Siempre habrá algo en tu carne que diga: «Sólo dame las reglas, dime lo que tengo que hacer». Esto se siente más seguro que la responsabilidad ilimitada del amor. ¿Te ha pasado?
¿Puedes ver cómo es posible perder tu libertad en Cristo al regresar a la ley? ¿Puedes pensar en algo que haces para sentirte más aceptado por Dios?
La salvación mediante el tiempo de meditación: me siento más aceptado por Dios porque he elevado mis oraciones.
La salvación mediante la adoración: me siento más aceptado por Dios cuando me conmuevo en la adoración; cuando no lo hago, dudo de mi relación con Dios.
La salvación mediante el servicio: me siento más aceptado por Dios cuando le sirvo. Ese viaje misionero realmente me hizo sentir cerca de Dios.
Mira a dónde te lleva esto, pierdes tu libertad y vuelves a la esclavitud: la esclavitud de la culpa si no has tenido tu tiempo de oración, la esclavitud de buscar fabricar conmoverte con la adoración y la esclavitud del activismo sin descanso con la esperanza de agradar a Dios.
Si empiezas a medir tu posición ante Dios por la disciplina de tus oraciones, por lo que experimentas en tu adoración, por la entrega en tu servicio o cualquier otra cosa que hagas como cristiano, estás volviendo a la esclavitud de la ley y tú mismo te estarías alejando de Cristo.
Tu justicia y tu posición delante de Dios no dependen de tus oraciones, de tu adoración, de tu servicio o de cualquier cosa que hagas para Dios, sino que descansan en la justicia de Cristo quien fue crucificado por ti.
Predícate a ti mismo y dile a tu alma: «Soy un hijo (o hija) de Dios, no un esclavo. Viviré este día en la libertad del Espíritu».